RUTA C | SUR DE MENDOZA

Cuando uno piensa un viaje al sur de Mendoza, nunca sabe realmente lo que va a encontrar, puede imaginar algo de montañas, alguna bodega y un bonito centro invernal (que ya raramente llega a tener nieve en invierno). Lo que no se imagina es la diversidad de paisajes, aromas, colores e historias que pueden irse descubriendo a medida que se desandan los caminos de estos tres departamentos sureños: General Alvear, San Rafael y Malargüe.

Una vez transitada la «infinita» ruta nacional 188, por el oeste de Buenos Aires, norte de La Pampa y el interminable sur de San Luis (hasta bolas de pasto por la ruta vemos) llegamos a Bowen y General Alvear, los primeros oasis del sur mendocino, pleno de frutales y sombras interminables reflejadas por las estoicos álamos que custodian el preciado tesoro. La ruta nos lleva entretenidos hasta San Rafael, una ciudad bastante importante por su movimiento citadino pero serena en su verde paisaje de plátanos y acequias. A pocos kilómetros tenemos espléndidas fincas de frutales, de los más calificados del país, y bodegas de nivel internacional. Todo eso acompañado de una oferta gastronómica y de entretenimiento de muy alto nivel. Si a esto le sumamos los diques del Nihuil y los Reyunos, el imponente Cañón del Atuel y en el entrañable Valle Grande en el que además de «paisajear» podremos meternos en el ambiente y practicar rafting, kayak, trekking, escalar o hacer rappel o tirolesa, sin duda, estaremos viviendo uno de los destinos más completos dentro del país.

Pero el viaje no puede ni debe terminar en San Rafael si la idea es conocer el sur mendocino. Unos ciento y pico de kilómetros más adelante, ya en el departamento de Malargüe, la cordillera se nos viene encima. A la vera de la ruta lo primero que encontramos luego de unos cuantos kilómetros sin mayores atractivos es El Sosneado, un pequeño poblado casi inhóspito con un rico patrimonio en sus alrededores: las ruinas del Hotel Termal El Sosneado, con sus piletones en los que todavía podemos darnos una zambullida, la laguna y la posibilidad de circuitos de trekking. travesías en 4×4 y cabalgatas (entre las que se cuenta la que llega hasta el «avión de los uruguayos»). El camino nos lleva hasta Las Leñas, famoso centro de sky, que es atractivo de visitar con o sin nieve, sin dejar de parar antes en la fascinante laguna de la Niña Encantada, los intrigantes Pozos de las Ánimas y las termas de Los Molles.  Pero la visita de Las Leñas estarían incompleta si no hacemos el esfuerzo y seguimos un poquito más hasta el Valle Hermoso, que realmente hace gala de su nombre y nos regala el foto ideal del recorrido.

El tramo final del viaje es el «plato fuerte»: Malargüe. Poco se la conoce a esta ciudad casi patagónica, pero desde ella conoceremos algunos de los paisajes más increíbles de la sección media de la Argentina. Empezando por la Payunia, un vasto territorio volcánico que nos hará sentir en Marte o en la Luna, donde pasaremos revista a los colores y formas orográficas más diversas en un terreno «en formación» (de hecho, debajo de nuestros pies la actividad es constante). El volcán Malacara, nos recordará a las películas del oeste de EE.UU y la laguna de Llancanelo, si la presencia de agua lo permite, nos presentará a una de las colonias de flamencos rosados más grandes del planeta. La Caverna de las Brujas, nos iniciará a la espeleología con un recorrido digno de un libro de Julio Verne. Los imponentes Castillos de Pincheira nos develarán la historia de una banda de bandidos rurales liderados por los hermanos Pincheira que en el siglo XIX asolaban pueblos de uno y otro lado de la cordillera y que se guarnecían en la formación montañosa cercana a Malargüe. Y unos kilómetros más cerca de la cordillera, más termas, estas en un lugar más recóndito: las termas de Cajón Grande. Tampoco podemos dejar de mencionar la cascada de Manqui Malal, otra visita increíble para un destino desconocido e impresionante.